FIN DE SEMANA
Desde hace varios meses que no tengo un fin de semana libre, ya que de vez en vez me toca trabajar algún sábado, o domingo, o incluso ambos días.
No me molesta, a fin de cuentas me reponen mis días entre semana; pero desde el inicio del año mi novio y yo habíamos planeado escaparnos un fin de semana para aprovechar un paquete de viaje que le habían regalado y que sólo se podrá canjear antes de noviembre, de manera que durante todo el año simplemente no hemos podido concretar este plan.
Por fin -según yo creía- se presentó la oportunidad, había trabajado un fin de semana completo y podría pedir dos días de reposición e incluso juntarlos con el siguiente fin de semana. Muy alegre por este suceso, le platiqué a mi novio y le pregunté si sería buena ocasión para fugarnos en el tan esperado viaje. Muy emocionado me dijo: ¡Hagámoslo!.
Yo estaba feliz, empecé a arreglarlo todo: confirmar en el trabajo que faltaría jueves y viernes, elaborar la lista de tareas que haría mi voluntaria para ayudar a suplir mi ausencia esos días, descargar la mayor parte de trabajo posible para que no tuvieran que localizarme más que por alguna emergencia y declinar las diversas invitaciones para eventos de fin de semana. Todo eso en lunes.
Para mi sorpresa, el martes me visita mi chico y me cuenta que es muy posible que vaya a tocar el viernes por la noche (él tiene una banda de rock); pero que no me preocupe, que de todas maneras podemos hacer el viaje, sólo que habría que salir sábado en la mañana en vez de viernes por la tarde. Eso fue por la noche.
El miércoles por la mañana, checaba mi perfil de Facebook (cosa muy usual en estos días). Nos habían invitado a los dos a una carne asada en sábado, no confirmé mi asistencia a sabiendas de que no íbamos a ir porque ese día estaríamos en Ixtapa. Y de repente me topo la carita feliz de mi novio que justo unos minutos antes había actualizado: "Tal vez asista".
Así que uno empieza a desconfiar, primero que si hay tocada y luego que si tal vez vaya con los amigos. Me di cuenta de que él en realidad no quería salir, lo cual primero me decepcionó, porque se supone que los dos estábamos emocionados con esto (evidentemente no era así), y luego me enojó, porque yo había cancelado muchas cosas para poder pasar el fn de semana con él.
Finalmente, en la noche pasó a la casa. Llegó bastante bien, pero al poco rato me dice que tiene un horrible dolor de cabeza y que se siente muy cansado, y mientras le traigo una aspirina me dice: "Oye, ¿no podríamos irnos de viaje otro día?".... Me quedé sin palabras, literalmente.
¿Por qué carajo la gente es así? ¿Por qué si no quería ir simplemente no lo dijo? ¿Por qué darle vueltas a todo el asunto? Y si al principio quería ir y después cambió de opinión... ¿no podría haberme avisado antes?
Como no respondía nada (en realidad no quería responderle nada, tenía todas estas preguntas en la cabeza y el coraje atravesado en la garganta, de haberle respondido probablemente lo habría hecho con algún improperio), pues él empezó a explicar que no tenía dinero para el viaje y que si lo hacíamos tendría que pagar muchos gastos con la tarjeta de crédito que de por sí ya estaba hasta el tope y que no sabía como decirme todas esas cosas. Justo cuando dijo todo eso me sentí completamente agachada, me sentí triste de que no tuviera la suficiente confianza como para explicarme la situación.
Él noto mi cara de tristeza e inmediatamente me dijo: "Sabes qué, olvídalo, vamos al viaje; tú misma lo dijiste, si no lo hacemos este fin de semana tal vez no lo hagamos nunca". Quizá él pensaba que estaba decepcionada por cambiar los planes y no irme de vacaciones un fin de semana, no era así.
Lo miré a los ojos y le pregunté: "Te voy a preguntar y por favor contéstame con la verdad ¿Se puede o no se puede?" Él sólo respondió: "Vamos".
No era la respuesta que quería escuchar, me hubiera gustado que fuera un poco más sincero conmigo en cuanto a la cuestión financiera. Entiendo claro que no desea decepcionarme, que quiere verme contenta y cumplir mis antojos; pero se supone que una relación se trata de compartir, dialogar, planear juntos, y no que una sola parte se sacrifique tratando de complacer al otro. Y ahora, aun cuando vayamos, no podré disfrutar del todo del viaje sabiendo que él tendrá que hacer sacrificios inncesarios; y digo innecesarios porque a final de cuentas no se trata de un caso de emergencia, sino de una actividad que se puede postergar y ahorrar un poco más para hacerla.
Si él me hubiera dicho desde el inicio que no era conveniente porque estaba corto de fondos, me hubiera evitado bastantes corajes y complicaciones. Simplemente hubiéramos hecho planes distintos y disfrutado de un fin de semana agradable, después de todo también había muchas actividades en puerta de las cuáles escoger.
Ojalá la gente fuera más sincera, al menos con las personas en las que se supone confía.
Desde hace varios meses que no tengo un fin de semana libre, ya que de vez en vez me toca trabajar algún sábado, o domingo, o incluso ambos días.
No me molesta, a fin de cuentas me reponen mis días entre semana; pero desde el inicio del año mi novio y yo habíamos planeado escaparnos un fin de semana para aprovechar un paquete de viaje que le habían regalado y que sólo se podrá canjear antes de noviembre, de manera que durante todo el año simplemente no hemos podido concretar este plan.
Por fin -según yo creía- se presentó la oportunidad, había trabajado un fin de semana completo y podría pedir dos días de reposición e incluso juntarlos con el siguiente fin de semana. Muy alegre por este suceso, le platiqué a mi novio y le pregunté si sería buena ocasión para fugarnos en el tan esperado viaje. Muy emocionado me dijo: ¡Hagámoslo!.
Yo estaba feliz, empecé a arreglarlo todo: confirmar en el trabajo que faltaría jueves y viernes, elaborar la lista de tareas que haría mi voluntaria para ayudar a suplir mi ausencia esos días, descargar la mayor parte de trabajo posible para que no tuvieran que localizarme más que por alguna emergencia y declinar las diversas invitaciones para eventos de fin de semana. Todo eso en lunes.
Para mi sorpresa, el martes me visita mi chico y me cuenta que es muy posible que vaya a tocar el viernes por la noche (él tiene una banda de rock); pero que no me preocupe, que de todas maneras podemos hacer el viaje, sólo que habría que salir sábado en la mañana en vez de viernes por la tarde. Eso fue por la noche.
El miércoles por la mañana, checaba mi perfil de Facebook (cosa muy usual en estos días). Nos habían invitado a los dos a una carne asada en sábado, no confirmé mi asistencia a sabiendas de que no íbamos a ir porque ese día estaríamos en Ixtapa. Y de repente me topo la carita feliz de mi novio que justo unos minutos antes había actualizado: "Tal vez asista".
Así que uno empieza a desconfiar, primero que si hay tocada y luego que si tal vez vaya con los amigos. Me di cuenta de que él en realidad no quería salir, lo cual primero me decepcionó, porque se supone que los dos estábamos emocionados con esto (evidentemente no era así), y luego me enojó, porque yo había cancelado muchas cosas para poder pasar el fn de semana con él.
Finalmente, en la noche pasó a la casa. Llegó bastante bien, pero al poco rato me dice que tiene un horrible dolor de cabeza y que se siente muy cansado, y mientras le traigo una aspirina me dice: "Oye, ¿no podríamos irnos de viaje otro día?".... Me quedé sin palabras, literalmente.
¿Por qué carajo la gente es así? ¿Por qué si no quería ir simplemente no lo dijo? ¿Por qué darle vueltas a todo el asunto? Y si al principio quería ir y después cambió de opinión... ¿no podría haberme avisado antes?
Como no respondía nada (en realidad no quería responderle nada, tenía todas estas preguntas en la cabeza y el coraje atravesado en la garganta, de haberle respondido probablemente lo habría hecho con algún improperio), pues él empezó a explicar que no tenía dinero para el viaje y que si lo hacíamos tendría que pagar muchos gastos con la tarjeta de crédito que de por sí ya estaba hasta el tope y que no sabía como decirme todas esas cosas. Justo cuando dijo todo eso me sentí completamente agachada, me sentí triste de que no tuviera la suficiente confianza como para explicarme la situación.
Él noto mi cara de tristeza e inmediatamente me dijo: "Sabes qué, olvídalo, vamos al viaje; tú misma lo dijiste, si no lo hacemos este fin de semana tal vez no lo hagamos nunca". Quizá él pensaba que estaba decepcionada por cambiar los planes y no irme de vacaciones un fin de semana, no era así.
Lo miré a los ojos y le pregunté: "Te voy a preguntar y por favor contéstame con la verdad ¿Se puede o no se puede?" Él sólo respondió: "Vamos".
No era la respuesta que quería escuchar, me hubiera gustado que fuera un poco más sincero conmigo en cuanto a la cuestión financiera. Entiendo claro que no desea decepcionarme, que quiere verme contenta y cumplir mis antojos; pero se supone que una relación se trata de compartir, dialogar, planear juntos, y no que una sola parte se sacrifique tratando de complacer al otro. Y ahora, aun cuando vayamos, no podré disfrutar del todo del viaje sabiendo que él tendrá que hacer sacrificios inncesarios; y digo innecesarios porque a final de cuentas no se trata de un caso de emergencia, sino de una actividad que se puede postergar y ahorrar un poco más para hacerla.
Si él me hubiera dicho desde el inicio que no era conveniente porque estaba corto de fondos, me hubiera evitado bastantes corajes y complicaciones. Simplemente hubiéramos hecho planes distintos y disfrutado de un fin de semana agradable, después de todo también había muchas actividades en puerta de las cuáles escoger.
Ojalá la gente fuera más sincera, al menos con las personas en las que se supone confía.
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